Una de las carreras que se guardan en la retina del espectador. Bajo el sol abrasador de Valencia, Fernando Alonso no pudo contener las lágrimas en lo más alto del podio. El sábado, Ferrari clasificó mal y el estrecho circuito urbano de Valencia no invitaba a pensar en una remontada heroica. «El podio es imposible», señaló el asuriano al caer eliminado en Q2.
Lo que ocurrió 24 horas después aún merece recordarlo paso a paso. Alonso bajó su visera y se convirtió en un depredador dispuesto a cazar a su presa. Lo que parecía un paseo más de Vettel y Red Bull, se acabó convirtiendo en una plácida tarde para el Cavallino Rampante. En una salida de infarto, Alonso colocó su Ferrari en la octava posición. El primer paso ya estaba dado, sumar puntos.
En la vuelta número 13 se cobró su siguiente víctima, el hoy piloto de Haas, Nico Hulkenberg. El ritmo del asturiano era abrumador. Machaba el crono vuelta tras vuelta, como aquel que cree en los milagros. Y vaya si este lo era… Con las paradas de los cuatro pilotos de delante, Fernando llegó a rodar 3º hasta su primera parada. Con un neumático más fresco, la exhibición estaba a punto de comenzar.
Una pista llena de tráfico iba a ser testigo de una de las mejores gestas de Fórmula 1: Schumacher, Di Resta, Senna, Massa, Raikkonen… Uno detrás de otro fueron cayendo en el cuerpo a cuerpo con Fernando. El asturiano sacó a relucir su mejor repertorio de exteriores para subir hasta la cuarta posición. Delante quedaba la prueba final: Hamilton, Grosjean y Vettel.
El accidente entre Kovalainen y Vergne provocaba un nuevo Safety-car. La calma que precede a la tormenta. Alonso pasaba a Hamilton en boxes y una mala estrategia de los británicos relegaba al sexto puesto a Lewis. Con la relanzada de Seb, el asturiano se reservó el mejor de sus movimientos para Grosjean. Primera curva, rueda a rueda y exterior de vértigo… Había vuelto a levantar al público.
La historia de esta carrera no merecía otro final que la victoria. El motor Renault del Red Bull de Vettel dijo basta y Fernando cruzaba la línea de meta como líder de la carrera, sus gritos de emoción eran los de todo un país. Alonso se convertía en el primer piloto en repetir victoria aquella temporada y se colocaba líder destacado del Mundial con el que, a priori, era el cuarto coche de la parrilla. El asturiano la definió como «la mejor carrera de mi vida». El Gran Premio de Europa 2012 es el fiel reflejo de la historia de Fernando Alonso. Lo importante no es el final, sino el camino.
