Un estudio de Yale muestra la suciedad de la cadena de suministro de los autos de combustión

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Muchos son los estudios científicos que han refutado que los vehículos eléctricos contaminan menos que los de combustión, aunque siguen existiendo quienes no admiten la evidencia. Se cuentan ya por docenas los informes que han encontrado que sus emisiones durante todo el ciclo de vida son mucho más bajas. El último proviene de la Universidad de Yale que ha basado su estudio en el cálculo de la suciedad de la cadena de suministro de los coches de combustión.

El informe presentado por la prestigiosa universidad estadounidense concluye que las emisiones indirectas totales de los vehículos eléctricos, aquellas que no provienen de su uso, son muy inferiores a las de los que funcionan con combustibles fósiles, cuya cadena de suministro es mucho más sucia. A estas emisiones, anteriores y posteriores a las que se producen durante su vida útil, hay que añadir las que provienen de la quema de combustible por parte de los vehículos de combustión y las que se producen en la generación de energía para los vehículos eléctricos.

El equipo de Yale calculó un precio hipotético del carbono emitido a la atmósfera para valorar que efecto tendría en el hipotético caso de que se sumase esta cantidad al precio del vehículo eléctrico. Según indica el profesor Ken Gillingham, coautor del informe, una de las principales preocupaciones sobre la limpieza de los vehículos eléctricos es que la cadena de suministro, en la que se incluyen la extracción y el procesamiento de materias primas y la fabricación de baterías, “que están lejos de ser limpias”. Al poner precio a las emisiones de carbono incorporadas en estos procesos se demuestra que “no es cierta la expectativa de que los vehículos eléctricos serían exorbitantemente caros”.

Según explica el artículo publicado en la revista Nature Communications, con este criterio, los investigadores utilizaron una combinación entre la evaluación del ciclo de vida y el modelado de la energía utilizada en cada periodo. Los datos les permitieron analizar las emisiones totales del ciclo de vida de los vehículos de combustión y compararlos con los vehículos eléctricos.

Las conclusiones demuestran que al ponerle un precio al carbono de las emisiones directas que salen por el tubo de escape de un vehículo de combustión le llevan a su inviabilidad económica. Sin embargo, gravar las emisiones directas de los vehículos eléctricos, aceleraría la transición. Además, a medida que crece la proporción de energías renovables en el mix energético y las fuentes de electricidad se vuelven más limpias, «la adopción a gran escala de vehículos eléctricos puede reducir las emisiones de CO2 a través de más canales de lo que se esperaba anteriormente».

Stephanie Weber, coautora del estudio afirma que uno de los elementos más sorprendentes es que “la cadena de suministro de los vehículos de combustión es tan sucia que los vehículos eléctricos no pueden superarlos, incluso cuando se tienen en cuenta las emisiones indirectas”.

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