Eléctrico desde 1952, el Pegaso Z-601

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Hoy en día la transición a lo eléctrico domina de arriba a abajo toda la industria automovilística. No obstante, los ensayos de electrificación se vienen produciendo desde hace décadas. Muestra de ello es el Pegaso Z-601 de 1952. Un prototipo de camión eléctrico producto de un contexto económico tan complejo como el de la España de la postguerra.

En 1989 Pegaso concibió el Solo. Un camión a modo de escaparate tecnológico ideado por Francisco Podadera. Definido por su apariencia innovadora, el diseño de la cabina presentaba un aspecto limpio y uniforme. Características reafirmadas por lo aerodinámico de sus tapacubos lenticulares así como por las puertas deslizantes o el volante de mandos integrados. Soluciones que otorgaron a este modelo el punto de osadía y atrevimiento necesario en todo ensayo automovilístico. No obstante, el Solo nunca llegó a serie. Lejos de ello, quedó como una llamativa declaración de intenciones que aún a día de hoy sigue siendo el que para muchos fue el modelo más futurista en la historia de Pegaso.

Sin embargo, lo cierto es que esa afirmación sólo podría aceptarse hablando de estética. Al fin y al cabo, bajo el diseño de Podadera no se escondía ninguna revolución mecánica. Un hecho muy diferente al que aconteció con el Pegaso Z-601 de 1952. Basado en el popular Pegaso I “Mofletes”, pero dotado de motores eléctricos décadas antes de presentarse el debate sobre el fin de la combustión tal y como ahora lo conocemos. Todo un alarde de futurismo no intencionado que, además, hunde sus raíces en una empresa anterior a la propia ENASA y su fundación por el Instituto Nacional de Industria en 1946.

Nos referimos a Vehículos Eléctricos Autarquía S.A. Iniciativa empresarial por acciones fundada en 1943 bajo la dirección del ingeniero militar Guillermo Menéndez. Beneficiario de diversas patentes relacionadas con los motores eléctricos adaptados a la automoción. Quien diseñó y fabricó diversos modelos sobre chasis propios o de procedencia Ford con la finalidad de ser autobuses, furgonetas o camiones. Una idea en verdad nada descabellada, ya que las limitaciones del momento imponían restricciones muy severas respecto al uso de la gasolina. Al fin y al cabo, esta situación aparece incluso en el propio nombre de la empresa.

Una referencia explícita al sistema económico de aquel momento. En parte escogido por la influencia ultranacionalista de la Falange, pero sobretodo impuesto por el contexto internacional en el que se encontró la dictadura franquista durante los años cuarenta. Primero aliada del III Reich para luego verse aislada durante años hasta que su alianza con los EE.UU frente a la Unión Soviética la devolvió a los mercados globales. Un periodo de escasez energética que puso sobre la mesa la importancia del petróleo como elemento de presión política. Así las cosas, todo estaba allanado para la aparición del Z-601. El Pegaso eléctrico.

Cuando Guillermo Menéndez fundó Vehículos Eléctricos Autarquía en Barcelona, España se encontraba sumida en plena postguerra. Un momento realmente difícil. No sólo por el considerable daño demográfico infringido durante los tres años de contienda y posterior exilio, sino también por el pertinaz destrozo de infraestructuras y dotaciones industriales. De esta forma, España vivió durante los años cuarenta del pasado siglo uno de los momentos más desesperados en toda su historia económica. Agravado además por un régimen político cerrado al exterior. El cual sólo tuvo a la Argentina de Perón como único aliado internacional hasta su reposicionamiento al inicio de la Guerra Fría.

Todo ello contribuyó a una importante escasez de recursos entre los cuales destacó el petróleo. Uno de los elementos más desconocidos pero al tiempo más importantes en el devenir de la Segunda Guerra Mundial, el cual llegaba con cuentagotas a la España autárquica del primer franquismo. Contexto perfecto para hacer de la necesidad virtud desarrollando vehículos eléctricos al igual que en Francia había hecho Peugeot con el VLV. No obstante, el cambio de década trajo una mayor fluidez a la importación de hidrocarburos. Situación que dejó en la cuneta a los eléctricos debido a las limitaciones técnicas que seguían y en gran parte siguen teniendo.

De hecho, aunque Vehículos Eléctricos Autarquía no se disolvió hasta 1955 Guillermo Menéndez saltó a ENASA en 1951 para convertirse en responsable de los servicios eléctricos. Un cambio profesional que curiosamente coincide con el lanzamiento tan sólo un año más tarde del Pegaso eléctrico, el Z-601. Concebido sobre el chasis de un Mofletes diésel -modelo de 1949- pero con un cambio en la cabina que delata el haber dejado atrás la combustión: la ausencia de la parrilla de 13 láminas necesaria para ventilar su gran motor de seis cilindros.

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