Cuando la voz del pueblo se empaña por la violencia

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La jornada del 15 de octubre, que debía ser un espacio de expresión ciudadana y protesta pacífica en diversas regiones del Perú, terminó en tragedia. Lo que comenzó como una manifestación contra la crisis política y económica del país, se transformó en un escenario de enfrentamientos, caos y lamentablemente, la pérdida de una vida humana.

En un contexto donde la población siente el peso de la inestabilidad política y la falta de confianza en las instituciones, las marchas se habían convertido en una forma de catarsis colectiva. Sin embargo, una vez más, el reclamo legítimo se vio distorsionado por la violencia.

Videos e imágenes que circularon en redes sociales mostraron momentos de tensión entre manifestantes y fuerzas del orden. Piedras, bombas lacrimógenas y enfrentamientos directos con la policía fueron la tónica de una tarde que debía ser de unidad, no de destrucción. El saldo: varios heridos y una persona fallecida.

El problema no es la protesta, sino la forma en que el Estado y los ciudadanos la enfrentan. En un país democrático, el derecho a manifestarse debe coexistir con el respeto a la vida y al orden público. Pero cuando el descontento se desborda y la respuesta del Estado es percibida como represión, el diálogo desaparece y solo queda el resentimiento.

La muerte del 15 de octubre no debería quedar en el olvido. No puede ser una estadística más ni una nota pasajera en los noticieros. Es un llamado urgente a repensar la manera en que la sociedad peruana canaliza sus frustraciones y exige cambios.

El Perú necesita líderes que escuchen, ciudadanos que respeten y autoridades que actúen con proporcionalidad. La violencia, venga de donde venga, no construye patria.
El clamor del pueblo no debería sonar entre sirenas y gases lacrimógenos, sino en el diálogo, la empatía y la búsqueda común de un futuro mejor.

Sobre Ruedas News seguirá acompañando la noticia desde la perspectiva de la gente en movimiento, porque la verdadera transformación también se impulsa desde las calles, pero con conciencia y respeto por la vida.

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