El pensar en implementar un cuarto color a los semáforos ya no es una idea extraña o salida de un cuento raro. Ingenieros de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, en Estados Unidos, están probando un sistema que incorpora una luz blanca para coordinar el flujo de vehículos autónomos y conductores humanos.
Según expertos consultados por The Associated Press y Reuters, las pruebas se encuentran en marcha y podrían redefinir la forma en que las ciudades gestionarán su movilidad en la próxima década. En la propuesta liderada por el profesor asociado Ali Hajbabaie, del Departamento de Ingeniería Civil, la luz blanca actúa como una señal de sincronización entre los vehículos sin conductor y los autos convencionales.
“La luz blanca es la indicación para que los conductores humanos sigan el flujo de tráfico, ya que los vehículos autónomos gestionan automáticamente la intersección”, explicó el investigador en declaraciones a CNN. Esta nueva fase no sustituye a las tradicionales luces roja, amarilla y verde, sino que las complementa para mejorar la fluidez del tránsito.
Humanos y máquinas
El funcionamiento del “modo blanco” se activa cuando el semáforo detecta una alta proporción de vehículos autónomos, AVs en la zona. Mediante comunicación en tiempo real entre los AVs y la infraestructura vial, los autos inteligentes colaboran entre sí para atravesar la intersección de la manera más eficiente posible. Mientras tanto, los conductores humanos solo deben imitar el movimiento de los carros autónomos que les preceden.
Hajbabaie explicó a Reuters que esta coordinación podría disminuir los tiempos de espera hasta en un 94 % en cruces con alta densidad de AVs, y alrededor de un 3 % incluso cuando solo un 10 % de los vehículos sean autónomos. Además, los investigadores sostienen que la reducción del tráfico tipo stop-and-go permitiría un uso más eficiente del combustible y menores emisiones de carbono.
La clave del sistema radica en la computación distribuida, un conjunto de algoritmos que permite que los AVs “negocien” el orden de paso entre ellos y con los semáforos. El equipo de la universidad afirma que “el control automático de la fase blanca garantiza que la transición de mando entre los AVs y los humanos sea clara y segura”. En cuanto el número de vehículos autónomos disminuye, el sistema retorna de manera automática al esquema clásico de tres colores, sin confundir a los conductores tradicionales.
De acuerdo con la Universidad Estatal de Carolina del Norte, los primeros ensayos del sistema de luz blanca se están realizando en entornos cerrados y controlados, donde se estudia la interacción entre vehículos autónomos y humanos bajo estricta supervisión técnica. Las áreas incluyen puertos industriales, campus universitarios y zonas logísticas, donde el flujo de tráfico es predecible y el riesgo peatonal es bajo.
¿Por qué luz blanca?
Aunque la elección del color blanco es arbitraria, los investigadores destacan que cualquier tono podría cumplir la función, siempre que se establezca un consenso global que garantice una interpretación unívoca. El reto futuro será lograr que los organismos de normalización, como la Sociedad de Ingenieros Automotrices, SAE, o la ONU, adopten un código universal que permita integrar esta señal en los sistemas viales de todo el mundo.
La propuesta llega en un momento clave, pues según la consultora McKinsey & Company, se espera que los vehículos autónomos representen el 12 % del parque automotor mundial para 2035. Esto, mientras que la infraestructura urbana aún no está adaptada para ellos. Países como Japón, Alemania y Singapur también experimentan con sistemas de comunicación entre semáforos y AVs, aunque ninguno ha planteado oficialmente añadir un cuarto color a la señalización.
