Cuando llega julio, el Perú se viste de rojo y blanco. Las calles se llenan de banderas, los corazones se llenan de orgullo y, para los amantes de los autos clásicos, también es el momento perfecto para sacar a relucir esas joyas de la nostalgia: los vochos.
El Volkswagen Escarabajo, conocido cariñosamente como “vocho”, tiene un lugar especial en la historia del Perú. Desde los años 60 hasta bien entrados los 90, estos simpáticos autos circularon por todo el país, desde las avenidas limeñas hasta los caminos polvorientos de provincia. Con su forma inconfundible, motor inagotable y alma guerrera, el vocho no solo fue un medio de transporte: fue testigo del crecimiento de muchas familias peruanas.
Vocho + Patria = Estilo con historia
Durante las Fiestas Patrias, muchos propietarios de vochos no pierden la oportunidad de rendir homenaje al país. En clubes y comunidades automovilísticas, se organizan caravanas patrióticas, donde los escarabajos desfilan orgullosos decorados con banderas, guirnaldas rojas y blancas, e incluso escudos nacionales en el capó. Es un espectáculo lleno de color, motor y memoria.
Cada vocho cuenta una historia: algunos restaurados con esmero hasta su gloria original, otros personalizados con detalles que reflejan la identidad peruana —desde diseños inspirados en las líneas de Nazca hasta tapicería con motivos andinos—. Es una fusión entre lo clásico y lo criollo.
Un símbolo que no pasa de moda
Hoy en día, los vochos siguen rodando como símbolo de resistencia y estilo atemporal. Y en estas Fiestas Patrias, representan más que nostalgia: son una forma de decir “¡Te quiero, Perú!” con motor alemán y corazón peruano.
Así que si ves un vocho paseando este 28 y 29 de julio, tómale una foto, salúdale con una sonrisa y recuerda que, en cada bocinazo alegre, también hay un grito de “¡Viva el Perú, carajo!”
Por Leo Benavente I.
